jueves, 10 de febrero de 2011

DESAPRENDER LA PRISA



Esos días, los más largos de mi vida, los más tranquilos, nos dedicamos, ella y Yo, cuidadosamente, a existir. A existir, que es para mí desaprender la prisa. Soltar los músculos de mi corazón y dejarlo latir a su ritmo. Volver a estar en el calor del sol sin pensar en el calor. Comer cuando el hambre tiene hambre y obedecer el sueño que llega cuando la noche llega y la oscuridad cubre las cosas, y las cosas en la oscuridad pueden descansar. De nuevo estar. Estar y ver. Y verlo todo lo que está tal como es, sólo mientras está hoy, como no sabemos si estará.

La mujer que buceó dentro del corazón del mundo. Sabina Berman

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