domingo, 5 de junio de 2011

DISOLUCIÓN



Pero tal vez la secuencia correcta, pensaba al repasar su caso, fuese primero amar, después creer amar, y al fin dejar de amar o amar un recuerdo. Ahora sabía -eso la asustaba y, paradójicamente, la tranquilizaba al mismo tiempo- que era posible, incluso fácil, instalarse en la soledad como en una ciudad desconocida, en un apartamento con un viejo televisor y una cama cuyo somier rechina cuando te revuelves, insomne. Y saber que eso podría durar toda la vida, y que ella podría extrañamente acostumbrarse a que así fuera. Resignarse a envejecer amarga y sola, estancada en aquella ciudad como en cualquier otro rincón perdido del mundo, mientras ese mundo seguía girando como siempre lo hizo, aunque antes no se diera cuenta: impasible, cruel, indiferente.

La reina del sur. Arturo Pérez-Reverte.

2 comentarios:

  1. He leído el libro, la serie me gusta menos. El fragmento está muy bien.

    Abrazo

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  2. Jose Jaime: Yo soy una fanática de las novelas no históricas de Pérez-Reverte... Celebro que te guste el fragmento.

    Otro abrazo.

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