miércoles, 11 de abril de 2012

LA TIERRA DEL HIELO Y FUEGO

En mi afán explorador de parajes desconocidos, esta vez he tomado rumbo al norte… No, más arriba, más norte, exactamente hasta el paralelo 66, ahí está. Quizá lo más norte que esté nunca.

Allí he descubierto que en la Tierra existen lugares tan lunáticos que la Tierra misma parece de otro planeta, que las montañas pueden sacar humo como si fuera un cenicero y oler a cuerno quemado, que los colores pueden pasar de un plumazo de verde fosforito a blanco purísimo, que el cielo y la tierra se conocen en los horizontes, que los auroras boreales aparecen a ras de horizonte en dirección norte y van haciendo cabriolas sin prisa pero sin pausa hasta el zenit para llenar el cielo de un verde despampanante, que los islandeses hablan casi cualquier idioma sin esfuerzo incluyendo señores de más de 80 años, que el aeropuerto tiene un spa natural a unos pocos kilómetros donde es muy tentador relajarse al llegar o al salir bajo riesgo de crear unas rastas estupendas en el pelo, que las montañas son –en su mayoría- bajitas y planas y recuerdan a pasteles tentadores.

Que las temperaturas de -10 grados son difícilmente aguantables si no te haces con una manta de supervivencia, que los nombres de los pueblos islandeses son dificilísimos de recordar, que el volcán que lleva al centro de la tierra -el Snaefell- tiene unas pequeñas chimeneas en la punta -como ya contaba Verne-, que los fiordos islandeses poseen aguas sorprendentemente azul turquesa, que existen aguas termales a orillas de montañas nevadas, que los frailecillos o puffins se reproducen en una isla paradisíaca en invierno y no aparecen por Islandia en forma de no-postal hasta el verano, que el norte muy norte de Islandia -a sólo 40 km del círculo polar Ártico- posee un casquete completamente helado, que el sol aparece en muy contadas ocasiones, pero cuando lo hace, crea unos arco iris maravillosos, que las cataratas enormes y grandiosas (todo lo que acabe en foss) aparecen por doquier en cualquier paisaje, que las fumarolas y el olor a bomba fétida, también.

Que la inmensidad de la naturaleza sobrecoge sobremanera y empequeñece nuestra existencia, que los islandeses tiene una cultura tremendamente cristiana desde hace más de mil años, que la comida es excelente y exotiquísima incluyendo exquisiteces como ballena, tiburón, bacalao, salmón o una ristra de peces extraños de los que jamás has oído hablar, que la palabra Bjork aparece en bastante cruces de carretera, que los cráteres de volcán se llenan de una agua turquesa que se congela con el frío, que el mismo vikingo vestido de montañero aparece en cada esquina de Reykjavik, que con la muerte negra te entra un calorcito agradable en el cuerpo, que Islandia tiene una fractalidad mucho más alta que lo que parece, que todos los géiseres del mundo basan su nombre en Geysir, que a su lado, Strokkur, muestra penachos de agua caprichosos cuando nadie tiene la cámara preparada y pone fondo a las fotos de boda islandesas.

Que el uniforme oficial de Islandia son los jerseys de lana con grecas en la parte superior y, si no te llega el presupuesto para comprarlos, puedes hacerte con la lana en una tienda pequeñita de Borgarnes donde señoras islandesas se reúnen todos los martes para tejerlos, que las piscinas –naturales o no- son otro mundo en Islandia, que en una piscina deportiva al aire libre, puedes pasar de 42 a 16 grados de agua, entrar en una sauna o bajar por un tobogán gigante con luces del túnel de terror, que Akureyri está lleno de corazones por todas partes, pero en cambio los bares ofrecen conciertos de rock duro interpretado por cantantes macarras con cuello de sacerdote, que el idioma islandés incluye muchas palabras larguísimas con ues, que existen islandeses directamente descendientes de los elfos, que las madres en Islandia llevan su carricoche de los años 60 a todas partes, incluso hasta a las playas llenas de piedras, que los comerciantes de gambas islandeses usan el viejo truco de llevarte al hot tub a ver auroras boreales.

Que los caballos islandeses son totalmente entrañables y infinitamente resistentes al frío, que las coronas son prácticamente equivalente a las pesetas y provoca la sensación de vuelta al pasado, que en cambio, los españoles brillan por su ausencia, que en todos los restaurantes ofrecen la soup and the catch fo the day y que vale la pena arriesgarse, que los patos y cisnes islandeses son isotermos y son capaces de nadar en aguas árticas tan campantes, que el jueves santos es típico ir a recoger mejillones con la marea baja a unas playas increíbles, que los mejores pancakes se incluyen en la ruta del Golden Circle plus plus, que los días duran muchísimo más después del 21 de marzo, que la Viking es mucho mejor que cualquier otra cerveza islandesa, que casi todas las calles de Reykavik desembocan en la Iglesia en forma de Boeing y que, en ese norte tan norte, las cosas tienen otro color, otro sabor, otro olor y otra dimensión.

Un besazo desde aquí a Oskar, Zsuzsi, MCarmen, Caro y Javi. Takk!

Pero con los grandes dolores el cielo mezcla siempre las grandes alegrías y reservaba al profesor Lidenbrock una satisfacción tan intensa como sus desesperantes congojas.

Al día siguiente, el cielo permaneció también cubierto; pero el domingo 28 de junio, el antepenúltimo del mes, con el cambio de luna varió el tiempo. El sol derramó a manos llenas sus rayos en el interior del cráter. Cada montículo, cada roca, cada piedra, cada aspereza recibió sus bienhechores efluvios y proyectó instantáneamente su sombra sobre el suelo. Entre todas estas sombras, la del Scartaris se dibujó como una arista viva y comenzó a girar de una manera insensible, siguiendo el movimiento del astro esplendoroso.

Mi tío giraba con ella.

A mediodía, en su período más corto, vino a lamer dulcemente el borde de la chimenea central.

—¡Esta es! ¡esta es! —exclamó el profesor entusiasmado—. Al centro de la tierra

Viaje al Centro de la Tierra. Julio Verne.

3 comentarios:

  1. Grandísimo y evocador...
    Gracias!!

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  2. Wow! Me hiciste sentir que estaba ahí. Me alegro mucho de hayan disfrutado el viaje :) Un beso, Mónica.

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  3. davinciinverso: ¡Gracias a tí! Tendríais que haber venido...

    Mónica: ¡Qué bien, guapa! Así haces una visita mental antes de que llegues allí. Otro beso.

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