viernes, 4 de abril de 2014

LA VERTICALIDAD NATURAL


Estos días en que la primavera ha llegado generosa a París y la luz inunda las calles de golpe y las terrazas están llenas, y la gente contenta y todo huele a revolución en el ambiente, estoy siendo testigo de un lento avanzar del árbol de la ventana de mi despacho…

Parece increíble, pero en una semana ha pasado de ser un árbol seco invernal a, día a día, empezar a crecerle hojas, y más y más -al estilo afro que tanto se lleva en París-… y a día de hoy está precioso, con un montón de hojas verdes, de ramas que se ramifican en otras ramas, que se ramifican en otra ramas, que se ramifican en otras ramas… Con esa sensación de vitalidad, de renacimiento, de truco de magia.

Y yo no se que tiene los árboles que, como muchos otros elementos de la naturaleza, puede estarme horas observándolos embelesada. Me seducen esos troncos gruesos y fuertes, esas ramas rugosas, siempre ascendentes, ese continuo ansia de renacer, esa multiplicidad en todos sus poros… Siento una gran simpatía hacia esos seres que siempre quiere ir hacia arriba, que han sacrificado su vida por darnos libros y palabras, y que sienten ansias de tocar el cielo.

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