jueves, 29 de enero de 2015

ALFOMBRA INFRAROJA



En menos de una semana he tenido el placer de ver dos películas puramente científicas: Una breve historia del tiempo -sobre la impresionante vida de Stephen Hakwing, cosmólogo- y The imitation game -sobre la no menos alucinante vida de Alan Turing, matemático y criptólogo-. A éstas, hay que sumarles otras películas memorables sobre ciencia o genios de los últimos años, como CreationInterstellar, Gravity o Jobs, entre otras.

Y es que la ciencia está de moda, señores. Y lo cierto es que me encanta. No es porque una sienta identificada -salvando la enorme distancia- con el desaliño de los protagonistas, la lucha interna o el estrés de acabar lo que se empezó, no. Lo que me rechifla es que, suavemente, sin darnos mucha cuenta y casi por la puerta de atrás, los científicos han ido ganando presencia en nuestra sociedad, produciendo un respeto y admiración que les ha equiparado el papel de héroe -en muchos casos, merecido, o no menos que cualquier otro personaje-. No en vano son historias que quitan el aliento.

Desde aquí propongo tres personajes míticos a la lista de los productores del mundo: Marie Curie, primera mujer del mundo en ganar premio Nobel y primera persona en ganar dos premios Nobeles en disciplinas diferentes -chúpate esa-; Ramón y Cajal, neurólogo, ganador de premio Nobel y artista frustrado. -Producción española, por favor.-; y Évariste Galois, matemático fundador del álgebra abstracta -una de las asignaturas más difíciles y más bonitas de la carrera; doy fe- que murió en un duelo a la edad de 20 años -en este caso sería un corto-.

Me pregunto el impacto que tendrá esta corriente cinéfila de genios en los adolescentes que estén buscando sus pasiones. ¿Tendremos una superpoblación de gente muy motivada, que revolucionará -todavía más- el momento presente? ¿Se pondrá de moda resolver ecuaciones en lugar de sudokus? ¿Habrá una nueva categoría de los Oscar que sea los Cientioscars? Todavía es pronto para saberlo. Quizá el científico transgresor de Regreso al Futuro nos arroje algo de luz al respecto.

2 comentarios:

  1. No seré yo el que oponga las supuestas humanidades a las ciencias. Entre otras cosas, porque las ciencias las hacen personas humanas (¡nada menos!), y porque la oposición viene del Renacimiento: Humanidades frente a Teología.

    Dicho esto, me gustan los biopics según y cómo. He visto el de Alan Turing con agrado, aunque no con entusiasmo, porque traspasa la barrera entre las licencias y las manipulaciones históricas. A la de Hawking le tocará esta tarde o mañana. Me parecen excelentes modos para que la gente más joven dé el salto del cine imbécil a las películas interesantes y de ahí a la ciencia. Se necesita que la película no sea un documental ñoño o una tesis doctoral, que "enganche".

    (Confieso que aún no he entendido "2001" y que me da miedo ver "Interstellar").

    ResponderEliminar
  2. Albert Esteban: ¡Bienvenido! Si, estoy de acuerdo en que no creo que haya que elegir entre ciencias o letras. Creo que ambas cosas son compatibles y recomendables.

    Yo no conocía los detalles de la vida de Turing, así que las licencias históricas no las he detectado -lo que no deja de ser peligroso, mucha gente tomará la película como un documental sobre su vida-; sin embargo, creo que la película describe muy bien el proceso de crear -una máquina o una obra de arte, tampoco hay tanta diferencia-, la soledad que eso conlleva, la incomprensión y la satisfacción final. Ojalá esto provoque aficiones a puñados.

    Confesión por confesión... Yo no he visto ni "2001", ni ninguna de las "Star Wars" -a estas alturas, aspiro a convertirme en la única persona para presentarme a experimentos psicológicos. "Interstellar" está bien. Yo salí algo decepcionada, después estuve leyendo y creo que pasé por alto muchos detalles.

    Un saludo y hasta pronto.

    ResponderEliminar