martes, 14 de abril de 2015

EL FUEGO HECHO PALABRAS

Desde los intercambios de Sant Jordi, a las lecturas de sus poemas en las tardes de Baltimore, pasando por aquella tarde calurosísima en Granada en una sala atiborrada de sus lectores donde escuchamos salir las palabras de su misma boca; Eduardo Galeano siempre nos ha dejado abrazos, como en sus libros.

Te fuiste. Ibas llorando gotas de hierbabuena. (Las Palabras Andantes)

Desde aquí, un enorme abrazo a todos aquellos que los hemos compartido.



Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

El mundo es eso -reveló-. Un montón de gentes, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fueguitos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera el viento, y gente de fuego loco, que llenan el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

El mundo, Eduardo Galeano.

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