domingo, 8 de mayo de 2016

ÁNGELES TERRENALES



Tras un huracán de trabajo, viajes, visitas, entregas, preparaciones y agotamiento, por fin parece que empezamos a vislumbrar algo de reposo. La semana que viene acabo mi curso de francés (el último, al menos durante algún tiempo, ahora toca pulirlo conmigo misma) y mis clases en la universidad (aún a falta del examen). Los días se hacen más largos, la gente está de mejor humor y salir a tomarse algo a la orilla del Sena aprovechando a la vez, los rayos de Sol es oficialmente, uno de las mejores sensaciones de esta época del año. En definitiva, que parece que atrás queda ya la oscuridad y la dureza de las etapas semi-nuevas y sólo queda un presente muy apetitoso.

Así que hoy, me apetece escribir. Y lo voy a hacer sobre este tipo de personas con las que todos nos hemos topado que, si bien son terrenales y de carne y hueso, tiene algo de divino, de celestial. Son lo más parecidos a ángeles guardianes que aparecen repentinamente y nos cuidan, nos hace favores y nos conducen a caminos que de otra manera no habríamos podido llegar.

En mi vida, no han parado de aparecer. De ninguna manera, hoy podría estar donde estoy si no hubiera sido por ellos. Gente que cuando todo se oscurecía tenían una lancha salvavidas con un sitio para ti. Gente que te presentó a otra gente, que te abrió puertas de trabajos, de amigos, de médicos, de amores. Esa maravillosa red de contactos de amigos de amigos (o ángeles de ángeles) que crece y se expande porque tiene propiedades infinitas. Aparecidos en numerosas formas: alegría, esperanza, fortaleza, sabiduría, paz, generosidad, sois demasiados para contaros y nombraros. Aún así, llevo algo de cada uno de vosotros dentro de mí. Mi vida, sin ir mas lejos. Hoy, desde aquí, hoy quiero lanzarles un gracias a todos y cada uno de ellos. Gracias.

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